Falta amor, si. Eso es fácil de comprender. Lo que es difícil es amar sin medida, incondicionalmente, a pesar de lo que sea. Por eso es que vemos injusticia cuando lo que falta es amor, vemos incomprensión, cuando lo que falta es amor, exigimos el mismo trato y creemos que no damos al prójimo nunca razones para calumniarnos, lastimarnos, rechazarnos... al final quizá somos nosotros los que no amamos lo suficiente.
Pocos están dispuestos a defender el derecho ajeno, a permitir que el otro utilice su libertad como le plazca incluso si es a costa de la propia. Pocos están dispuestos a ofrecer la otra mejilla. Juzgamos diariamente incluso de manera inconsciente, a otros y a nosotros mismos. Hacemos daño deliberadamente al prójimo y al propio cuerpo y ese daño se percibe como algo negativo, cuando muchas veces es un acto reflejo, instintivo y en algunos casos necesario. Nuestro proceder siempre viene acompañado de numerosos juicios, propios y ajenos es por ello que las connotaciones morales hacen de las acciones algo muy acotado. Si de pronto me dan ganas de ir y abrazar a un familiar o amigo, nadie se opondría a que yo ejecute tal acción, sin embargo, si hoy amanezco con ganas de matar al vecino, y si me atrevo a expresar dicho deseo es casi seguro que desencadenaré una serie de medidas contra mi proceder, seré persuadido, incluso atacado, ya que mi juicio será severamente cuestionado cuando ambos deseos son reflejos de procesos mentales completamente naturales.
Entonces ¿Cómo se debe responder ante un ataque? ¿Ojo por ojo? Si incluso lo animales responden a las agresiones de otros de su especie con agresión. Actos reflejos, a fin de cuentas. Somos una especie avanzada, o al menos eso no han hecho creer, tenemos muchas formas de proceder, incluso, podemos mediar nuestra respuesta, almacenar la experiencia en la memoria y actuar luego, sea para evitar el conflicto o para obtener un placer adicional al regresar el daño al siguiente atentado. Todo se resume a la decisión, a la recompensa, al placer. Existe placer en la generosidad, la bondad, el cariño pero también en las acciones que implican un perjuicio. Entonces, ¿Somos capaces de amar lo suficiente para obrar en todo momento de acuerdo a lo que se considera "moralmente correcto"?
Creo que no basta reconocer nuestros errores y respetar al otro, más bien es un asunto de entender nuestra propia naturaleza, si somos seres hechos para amar o simplemente una especie más que busca su propia supervivencia.
Pocos están dispuestos a defender el derecho ajeno, a permitir que el otro utilice su libertad como le plazca incluso si es a costa de la propia. Pocos están dispuestos a ofrecer la otra mejilla. Juzgamos diariamente incluso de manera inconsciente, a otros y a nosotros mismos. Hacemos daño deliberadamente al prójimo y al propio cuerpo y ese daño se percibe como algo negativo, cuando muchas veces es un acto reflejo, instintivo y en algunos casos necesario. Nuestro proceder siempre viene acompañado de numerosos juicios, propios y ajenos es por ello que las connotaciones morales hacen de las acciones algo muy acotado. Si de pronto me dan ganas de ir y abrazar a un familiar o amigo, nadie se opondría a que yo ejecute tal acción, sin embargo, si hoy amanezco con ganas de matar al vecino, y si me atrevo a expresar dicho deseo es casi seguro que desencadenaré una serie de medidas contra mi proceder, seré persuadido, incluso atacado, ya que mi juicio será severamente cuestionado cuando ambos deseos son reflejos de procesos mentales completamente naturales.
Entonces ¿Cómo se debe responder ante un ataque? ¿Ojo por ojo? Si incluso lo animales responden a las agresiones de otros de su especie con agresión. Actos reflejos, a fin de cuentas. Somos una especie avanzada, o al menos eso no han hecho creer, tenemos muchas formas de proceder, incluso, podemos mediar nuestra respuesta, almacenar la experiencia en la memoria y actuar luego, sea para evitar el conflicto o para obtener un placer adicional al regresar el daño al siguiente atentado. Todo se resume a la decisión, a la recompensa, al placer. Existe placer en la generosidad, la bondad, el cariño pero también en las acciones que implican un perjuicio. Entonces, ¿Somos capaces de amar lo suficiente para obrar en todo momento de acuerdo a lo que se considera "moralmente correcto"?
Creo que no basta reconocer nuestros errores y respetar al otro, más bien es un asunto de entender nuestra propia naturaleza, si somos seres hechos para amar o simplemente una especie más que busca su propia supervivencia.
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