La declaración universal de los derechos humanos dice entre otras cosas que todos nacemos libres, esto a sabiendas que en nuestros primeros años de vida se nos condiciona para acatar las normas sociales por lo que, pese a nacer con tal privilegio, no podemos ejercer dicha libertad. De grandes, cuando adquirimos cierta consciencia, podemos reconocer el valor que reprsenta la libertad, de lo privilegiados que somos si podemos elegir hasta lo más banal, por ejemplo, la ropa que usarás en el día.
Parece mentira que muchas personas desperdician el tesoro que representa decidir libremente. Es muy triste conocer a alguien, por ejemplo que se la vive en constante queja, o que incluso la libertad se ha vuelto una carga y pasivamente se deja llevar por la corriente. Aclaro que con este comentario no busco en absoluto agraviar a nadie, de hecho, yo mismo he estado sujeto a las expectativas de otra persona e incluso me he condicionado para complacer a alguien más cuando pude ejercer de forma asertiva mi propia libertad. He callado, me he censurado, también me he sometido a la voluntad ajena y es por todo ello que ahora reconozco el verdadero valor y la belleza de la libertad.
Aun con tantas lecciones de vida, hoy me encuentro todavía en proceso de librarme de ciertas ataduras y prejuicos, pero lo bello de este proceso es que he conocido personas que me inspiran a continuar con este ideal, tal vez utópico pero que no deja de ser un anhelo personal. Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un concierto de rock y ahí, pude ver que mi acompañante es auténtico espíritu libre, al verle vibrar plenamente con cada acorde, riff, solo de guitarra, canto, ritmo... Pero ahi no acaba mi fascinación puesto que dias previos al concierto fui testigo de cómo ella conserva casi intacta su capacidad de asombro y aun se maravilla hasta con lo más simple. Mi admiración fue completa cuando observé su forma tan pura de fraternizar con alguien a quien curiosamente también le tengo aprecio. Personas como ella son un regalo para el alma, pero vuelvo a recalcar que alguien con una vibra tan alta es asi precisamente porque ha estado en el abismo y sido capaz de salir, de renacer pero ahora, reconociendo el valor de muchos de los intangibles que, por uno u otro motivo terminamos ignorando por este estilo de vida tan apresurado el cual nos hace ir en piloto automático.
A ella y a todas las personas increíbles que he conocido les dedico esta pequeña reflexión, en un momento de sentimientos encontrados, previo a un cambio importante en mi vida.
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