He hablado mucho de lo fascinante que resulta el poder percibir y tener una comprensión del mundo que nos rodea, sin embargo, noté que hasta ahorita no he abordado la otra cara en la dicotomía de la mente humana y su percepción, me refiero a las diferentes formas que existen de representar, plasmar y expresar todas aquellas sensaciones interiores que son resultado de una interacción subjetiva y personal con la realidad.
Al igual que un científico, un artista se vale de todo su ingenio, inspiración y creatividad. El primero lo hace para poder hacer y responder correctamente preguntas sobre su objeto de estudio, luego, establecer un modelo que funcione consistentemente con lo observado. Ambos requieren una gran disciplina, el artista buscará que su obra, además de corresponder con su visión, sea capaz de ser apreciada por alguien que consecuentemente le asignará un valor por sus propiedades estéticas en términos de belleza, dentro de una escala por demás subjetiva... con ello no quiero decir que la ciencia esté libre de sujetarse a opiniones y juicios subjetivos pues ciertamente en la práctica suele perderse objetividad.
Pero lo que resulta en verdad asombroso tanto en la ciencia como en las artes es la diversidad de formas en las que es posible materializar un pensamiento, emoción o simple impresión, como si el ente que produce esa primera impresión guardara una sutil belleza o una esencia independiente a su naturaleza física, capaz de interactuar vívidamente con el espectador quien se convierte en un medio para que aquella esencia pasiva e inmaterial finalmente pueda cobrar una forma física, que una vez logrado llega a ser perceptible por cualquiera.
Es por ello que considero que el arte y la ciencia son las máximas manifestaciones de la capacidad que tiene el ser humano de usar sus sentidos y experimentar la vida. Sin embargo las artes a diferencia de las ciencias tienen la característica de lograr que uno pueda asociar lo más abstracto con alguna sensación familiar, el mejor ejemplo es la música, la cual tiene un efecto increíblemente potente en las emociones humanas, capaz de evocar con fuerza todo tipo de sensaciones e incluso transmitir una parte del compositor. Cuando oímos algo que nos agrada y prestamos toda la atención podemos llegar a identificarnos en tal grado que afirmamos saber lo que el autor o compositor quería transmitir o comunicar a través de su obra. Hay canciones incluso que pueden provocar una sensación de interioridad o espiritualidad, una experiencia de conciencia modificada tal enteógeno. Por supuesto la apreciación juega también una parte importante pues si ésta no es adecuada o completa muchas veces ni nos acercamos a aquella increíble conexión...
Bueno para no hacer más extensa esta entrada trataré la cuestión de la música en otra ocasión.
Maravillosa reflexión. Me encantaría leer algo al respecto de la música desde tu punto de vista :D :)
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